UNA PAREJA EQUIS
—No sé porque platico contigo y te cuento mis cosas.
—¿No sabes?
—Es que, tú no me entiendes ¿Qué hago, yo diciéndote esto?
—Claro que te entiendo.
—¡Eso es una mentira! ¡Déjame!
—¿Qué te deje!
—No, discúlpame... ¡No me dejes!
—Dame la oportunidad de entrar en tu mundo, y saber que hay en el.
—¡Tú crees, que es muy fácil!
—Si no me lo dices, no sabré o no podré ayudarte ¡Por favor! ¡Te lo pido!
—¡No puedo! Romper mis miedos, ¡No puedo! Son demasiados y ¡Me lastiman!
—¡Escucha y entiende! Yo te ofrezco mi ayuda a cambio de nada, tómala.
—¡Corre! ¡Que nos mojamos!
—¡No! Disfrutemos el agua.
—¡Mira! ¡Cuanta agua! Nos enfermaremos.
—¡No importa! Bailemos por esta bella y deliciosa agua.
—¿Estas loca?
—Sí, pero de felicidad.
—Y ¿Tus problemas?
—Calla, luego te los contaré.
—¿Pero que hay de mí?
—Tonto, aún no te das cuenta.
—¿Cuenta de que? ¡No soy adivino!
—Pues adivina ¡Tonto!
De risa... yo mismo lo sé. Hoy que volví a leer estos diálogos no pude aguantar las ganas de burlarme del mundo, de los sueños, del reflejo del espejo, en fin de todo.
Aunque tengo que reconocer que el recuerdo no hace daño.
Pero basta. Dejemos el pasado, precisamente ahí, en el pasado, en el baúl —en mi caso el cesto de basura— de los recuerdos, donde sólo hay locura, locura, locura...
—¿No sabes?
—Es que, tú no me entiendes ¿Qué hago, yo diciéndote esto?
—Claro que te entiendo.
—¡Eso es una mentira! ¡Déjame!
—¿Qué te deje!
—No, discúlpame... ¡No me dejes!
—Dame la oportunidad de entrar en tu mundo, y saber que hay en el.
—¡Tú crees, que es muy fácil!
—Si no me lo dices, no sabré o no podré ayudarte ¡Por favor! ¡Te lo pido!
—¡No puedo! Romper mis miedos, ¡No puedo! Son demasiados y ¡Me lastiman!
—¡Escucha y entiende! Yo te ofrezco mi ayuda a cambio de nada, tómala.
—¡Corre! ¡Que nos mojamos!
—¡No! Disfrutemos el agua.
—¡Mira! ¡Cuanta agua! Nos enfermaremos.
—¡No importa! Bailemos por esta bella y deliciosa agua.
—¿Estas loca?
—Sí, pero de felicidad.
—Y ¿Tus problemas?
—Calla, luego te los contaré.
—¿Pero que hay de mí?
—Tonto, aún no te das cuenta.
—¿Cuenta de que? ¡No soy adivino!
—Pues adivina ¡Tonto!
De risa... yo mismo lo sé. Hoy que volví a leer estos diálogos no pude aguantar las ganas de burlarme del mundo, de los sueños, del reflejo del espejo, en fin de todo.
Aunque tengo que reconocer que el recuerdo no hace daño.
Pero basta. Dejemos el pasado, precisamente ahí, en el pasado, en el baúl —en mi caso el cesto de basura— de los recuerdos, donde sólo hay locura, locura, locura...
Comentarios
a mi tambien me dio risa
te quiere
tu alejandra, la misma