RESIGNACIÓN
El dolor ha llegado nuevamente a mi mente; el cuerpo desfallece...
Necesito volver.
Huir de esto, de la sociedad y su deber ser, de la familia, de casa.
Lejos de la ignorancia.
¿Dónde quedo el sueño del ermitaño? En una hoja, en un imagen, en La Tosca.
Doña Leticia prepara la cena; Don Manuel cuenta historias de caballos con crines y cola de mil colores...
No llores, hijo... no vale la pena.
Sísifo, Prometeo siguen donde mismo, igual que yo. O realmente será que no quiero escapar de ahí; moverme.
Una cancha, el descuartizador; un balón, La Furia, Letras; Cerveza y bisté, la ilusión. Mi vida, utopía, letra tonta de una canción.
“¿Adónde van los muertos?
Quien sabe adonde irán”.
Maldita o bendita resignación, tal vez, evolución —mentira—.
No queda más, que esperar la reencarnación del Fénix...
o por otro lado la ira de los dioses, la carga o el encadenamiento de la roca, del peso existencial. Bienvenida —y malquerida— seas resignación; mí cuerpo tu casa; mí comida la tuya: sangre, sueños, soledad; total explotación.
Necesito volver.
Huir de esto, de la sociedad y su deber ser, de la familia, de casa.
Lejos de la ignorancia.
¿Dónde quedo el sueño del ermitaño? En una hoja, en un imagen, en La Tosca.
Doña Leticia prepara la cena; Don Manuel cuenta historias de caballos con crines y cola de mil colores...
No llores, hijo... no vale la pena.
Sísifo, Prometeo siguen donde mismo, igual que yo. O realmente será que no quiero escapar de ahí; moverme.
Una cancha, el descuartizador; un balón, La Furia, Letras; Cerveza y bisté, la ilusión. Mi vida, utopía, letra tonta de una canción.
“¿Adónde van los muertos?
Quien sabe adonde irán”.
Maldita o bendita resignación, tal vez, evolución —mentira—.
No queda más, que esperar la reencarnación del Fénix...
o por otro lado la ira de los dioses, la carga o el encadenamiento de la roca, del peso existencial. Bienvenida —y malquerida— seas resignación; mí cuerpo tu casa; mí comida la tuya: sangre, sueños, soledad; total explotación.
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