ANSIA
Letanía de la Muerte
“No temeré al miedo. El miedo mata la mente.
El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total.
Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí.
Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino.
Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo quedaré yo”.
Frank Herbert
Las palabras resuenan, suenan en la mente, es una repetición constante, es esa busqueda del ser, pero a veces pienso y no lo digo, que eso esta tan lejos, en un punto infinito, en el último trago de cerveza. “No hagas cosas buenas que parezcan malas o cosas malas que parezcan buenas”, y viceversa, pero siempre he caído en viceversa. ¿Cuál es mi miedo? No lo sé, o tal vez sea la incertidumbre, el porvenir de decir la verdad. Frente al espejo puedo reconocer que estoy desnudo, sin nada, que realmente soy yo, pero la imagen que tienen los demás me detiene un poco, ese juego de pureza. Como diría un amigo: ¿Las malas costumbres cuándo han sido malas? Nunca. Pero cuándo han sido buenas: Nunca. Todo es un enredo de ideas, de significados, de sentidos.
Lo único que deseo es la soledad, ese estar solo, sólo yo. Y poder correr en el desierto. Ir aumentando la velocidad poco a poco y seguir corriendo, sin rumbo, sin dirección, sin meta, sin final. Solamente correr, correr, correr y alcanzar ese yo, esa soledad, la paz.
Pero, porqué siempre existe un pero, hay que enterrar el costal, que todos traemos a cuestas, todas las tergiversaciones y las interpretaciones erróneas de la existencia.
Aún no hay una conclusión, un final, sólo el desierto y el anhelo por correr.
“No temeré al miedo. El miedo mata la mente.
El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total.
Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí.
Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino.
Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo quedaré yo”.
Frank Herbert
Las palabras resuenan, suenan en la mente, es una repetición constante, es esa busqueda del ser, pero a veces pienso y no lo digo, que eso esta tan lejos, en un punto infinito, en el último trago de cerveza. “No hagas cosas buenas que parezcan malas o cosas malas que parezcan buenas”, y viceversa, pero siempre he caído en viceversa. ¿Cuál es mi miedo? No lo sé, o tal vez sea la incertidumbre, el porvenir de decir la verdad. Frente al espejo puedo reconocer que estoy desnudo, sin nada, que realmente soy yo, pero la imagen que tienen los demás me detiene un poco, ese juego de pureza. Como diría un amigo: ¿Las malas costumbres cuándo han sido malas? Nunca. Pero cuándo han sido buenas: Nunca. Todo es un enredo de ideas, de significados, de sentidos.
Lo único que deseo es la soledad, ese estar solo, sólo yo. Y poder correr en el desierto. Ir aumentando la velocidad poco a poco y seguir corriendo, sin rumbo, sin dirección, sin meta, sin final. Solamente correr, correr, correr y alcanzar ese yo, esa soledad, la paz.
Pero, porqué siempre existe un pero, hay que enterrar el costal, que todos traemos a cuestas, todas las tergiversaciones y las interpretaciones erróneas de la existencia.
Aún no hay una conclusión, un final, sólo el desierto y el anhelo por correr.
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