UN COSTAL

Tenía un costal de quejas,
pero se ha roto.
Ya no soporto el peso
de mi necesidad, necedad.
¿Cuántas veces con alcohol
resolví todos mis problemas?
¿Cuántas veces termine con mujeres
en un motel, plazas públicas,
callejones, azoteas, balcones
para poder solventar la soledad?
¿Cuántas veces refugiado
en el futbol, llore por todos,
por el mundo, por mí?
La revelación final
es que tengo que seguir
en el aquí.
Sería fácil volver
a las manos del alcohol,
a las mujeres, al futbol.
Tomar, besar, patear.
Otra salida es
remendar el saco,
y levantar del suelo
mis reclamos,
pero, ¿Para qué?
Lo caído, caído...
Ya no hay reversa,
ni costal.