DÍAS DE PEDANTERÍA...

Saqué una conclusión de la chistera y parlando frente al espejo, que en cualquier instante, terminare por hablar cuando esté dormido y haré abuso de la pedantería. De sentirme sumamente fuerte y beneficiado con el don del “Don Juan”—claro está—, declarando todo ante el espejo.
De indagar una y mil veces más, sobre el vacío que se da en mí, de buscar continuamente la respuesta en los labios de una mujer; perderme en el camino de sus deseos y desertar a mitad del trayecto, por no poder saciar esa ansiedad, el hambre y la sed del interior.
Y no queda otra cosa que el refugio en las pequeñas cosas, en las sonrisas, en los besos, en los recuerdos, en los secretos, en las historias furtivas, en cada gota de lluvia.