Para caer en el engaño, sólo basta con tirarse…

En estos último días me he alejado un poco de todo, por circunstancias de la vida. Dejé de escribir un poco; de tomar fotos de gente accidentada, es decir de atropellados, muertos y golpeados (abandoné la noche). Y me tomé unas pequeñas vacaciones en mi cama.
De la misma forma y algo desaforado, leí como loco varios libros de Saramago, Alina Reyes, Xavier Velasco, Sábato y Octavio Paz; siempre en busca de palabras reconfortantes e historias diversas, para calmar un poco la ansiedad interna.
Aparte que la vida, se lleva cosas irreemplazables; en menos de cinco días mi abuelo Lauro murió, seguido de su hija mayor, mi tía Sofía. Y me quedé con algunas palabras de ellos, que la vida hay que disfrutarla porque simplemente el día menos esperado se va y el polvo vuelve al polvo.
Recuerdo que a varios primos y a mí, nos decía que le hubiera gustado ser 10 años más joven para mostrarnos que no hay que vivir atados a nada, que esto se trata de disfrutar y gozar, y que si por él fuera andaría siempre con dos, tres, cuatro o cinco mujeres.
En fin, ahora sólo hay que caminar y dejar que ellos descansen eternamente.
Mientras que yo vuelvo poco a mis andares y deberes.

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